Fase 4- Story Line


El inicio de la guerra tuvo un motivo absurdo, apoyar a nuestros aliados bolivarianos, obligados por el tratado realizado años atrás; fue una discusión causada por guano; nuestros aliados o eso suponíamos, nos abandonaron, nos dejaron solos contra una flota que era mucho más grande, un enemigo que aparentemente ya tenía la victoria asegurada.
Perdimos 2 territorios en guerra, que valían demasiado, pero aún así nosotros armados de valor, salimos a defender a nuestra patria, con el simple deber de dejar a nuestra nación en alto, demostrando la grandeza y majestuosidad de nuestro territorio peruano. Soy Dante Zu y buscó la paz, quiero que nuestro Perú, el país de nuestros ancestros, vuelva a lo que era antes; no se como lo voy a lograr, pero a mi parecer no hay nada que un soldado con corazón y que ama a su país no pueda hacer.

Llegamos a Tacna con el coronel Bolognesi, el es un hombre muy valiente, y aunque sea algo mayor, es una persona con buen sentido del humor, nos dijo que le digamos Tío Bolo. Nos preparamos para la batalla, no podemos dejar que tomen Tacna. Tenemos mucha esperanzas para ganar, pero dicen que ellos tienen un mejor armamento; veremos que podemos hacer.

Llegó el día de la batalla, fue muy dura y muchos murieron, incluyendo al coronel, quién lucho hasta el final. Recuerdo haber matado muchos chilenos, pero después, no se por qué, pero sentí que si quería vivir, debía salir de allí. No debía hacerlo, debía morir por mi país, pero el miedo me cegó y me fui huyendo de la zona de combate; me sentí un cobarde, pero en ese momento morir no estaba en mis planes, quería hacer algo más importante, si moría allí iba a ser uno más. Desde el momento de mi huída se escuchan disparos y gritos, creo que la idea de huir no fue la mejor, pero es que era mi vida; ahora pienso que el escape no fue algo de honor o del sentido de vivir, sino de cobardía, he deshonrado a mi patria y peor aún me he deshonrado a mí.

Ahora, me montaré en el Huáscar e iré en el encuentro con los chilenos, un encuentro no muy agradable para mis gustos. Voy con toda mi tropa, pequeña pero con la idea de que son suficientes para derrotar a los chilenos; sin embargo, sabiendo que la flota contrincante es superior. Lucharé con todo lo que pueda, hasta no poder más.

Ya pasaron tres semanas del fatídico día en que la tropa chilena capturó al Huáscar, hemos perdido a un gran almirante, Miguel Grau. Mis esperanzas de ganar la guerra o sobrevivir, han desaparecido completa mente.
He sido capturado por los chilenos, mi celda está llena de cadáveres, me dan de comer 1 vez a la semana; y todavía sigo teniendo pesadillas sobre la explosión. !No puedo más!, estoy harto de estar acá, me voy a escapar. He escuchado de un tal Andrés Avelino; está formando una resistencia, la batalla final. Mañana emprenderé mi viaje en su búsqueda.

Llevo diez días caminando entre las montañas, sin noticia alguna del tal Avelino Cáceres. Estoy cansado de caminar, casi sin rumbo, solo esperando que los días se vuelvan noches, noches en las que medito acerca del sentido de esta guerra. Al fin y al cabo, los chilenos están mejor armados y nos superan por 1 a 3. Pareciese que solo estuviésemos aplazando lo inevitable.

Estoy ansioso, hoy un aldeano me dio la noticia que Avelino Cáceres pasaba por estas tierras el día de mañana.
Todavía no sé que le diré, pero no se irá de aquí sin mí en su batallón.

Ya tengo algún tiempo batallando, hombro a hombro , con Avelino Cáceres y los demás aldeanos.
Sin embargo, nada es como lo había esperado, la gente está hambrienta y se nos acabaron las provisiones dos semanas atrás. Caminamos solo con la esperanza de que algún aldeano nos extienda la mano con un poco de maíz o algún ocasional animal.

Estoy agotado, pero feliz, porque siento que mi deber con la patria ha llegado a su fin. Mañana, luego de la firma del tratado con Chile, por fin podré volver a mi Cajamarca querida, solo rogándole a Dios que mi María todavía se acuerde de mí.

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